domingo, 10 de enero de 2010

Publieducación


La publicidad por sí sola no educa, puesto que la finalidad social no es esa, sino que es la de presentar; vender o atraer hacia un producto o una marca.
En contrapunto cabe decir que estamos demasiado expuestos a la publicidad, por lo tanto se hace necesario una educación para una lectura crítica de la publicidad tal y como se debería hacer para una lectura crítica de todo medio de comunicación.

La publicidad puede servir de estímulo para ser analizada y trabajada con la finalidad crítica, y de ahí se pueden sacar muchos temas tales como la imagen según sexos; estereotipos; el ideal de belleza masculino y femenino; roles; vidas idílicas;…

Yo no estoy en absoluto de acuerdo entre prohibición y educación crítica, en este aspecto no soy de extremos, puesto que creo que deben existir ambas. La publicidad debe pasar un filtro, ya que no todo el mundo esta educado críticamente para digerir la publicidad de la misma manera, pero tiene que haber unos límites más o menos holgados, ya que lo que no se vea en publicidad quizás se vea en las noticias (bombardeos, muertos en imagen,…) y eso es algo que considero injusto para todos. Hay edades, clases y tipologías de personas distintas, por eso creo que debe estar todo regulado pero opto más por una educación crítica.
Considero que los códigos de regulación funcionan a la perfección, pero no siempre llegan a tiempo y hacen de filtro, ya que en muchas ocasiones han debido retirar comerciales después de su emisión por las quejas de algún colectivo o entidad.

La publicidad ha sufrido una evolución patente a lo largo de su historia, y como dicen algunos expertos, la finalidad ha cambiado. De intentar venderte un producto a procurar tener una parcela en tu memoria que resurja cuando te haga falta el producto en sí. Por lo tanto, a la pregunta ¿eran más inocentes los anuncios antes? La respuesta es que sí, debido en su totalidad al cambio direccional de la publicidad juntamente con la innovación para el impacto.

Saludos


Dani

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