lunes, 28 de septiembre de 2009

Pasen y Vean...


El espectáculo empieza pronto, más bien se puede decir que la fiesta no para, como dicen algunos, el espectáculo debe continuar, debe y puede, puesto que se mantiene por sí solo.


La telerealidad es un continuo ir y venir de personajes que cuentan temas que versan entorno su propia vida, venden la intimidad y luego se permiten el gran lujo de quejarse asediados por una multitud de fans con sus correspondientes periodistas (medios de información) que pretenden saciar las muchas incertidumbres creadas en torno a los temas “vitales” de los que esos mismos personajes hablan. Como si de niños pequeños se tratase… ¿Y esto por qué es?; ¿Y Por qué?; ¿Cómo es que has dicho esto?...¿Y a que huelen las nubes? Bla, bla, bla.

La telerealidad como concepto no está del todo mal, ya que muestra cosas que le pasan a personajes “reales” frente a la ficción a la que estamos acostumbrado, no todo puede ser mentira. Sin embargo ese mismo realismo es el que nos hace más susceptibles a la manipulación. Al tratarse de ese tipo de temas, la sensibilización con el personaje es mucho más grande, te identificas con él e incluso se crea en tu interior una gran admiración, eso es en sí lo que las televisiones utilizan para crear audiencia, es una puja por ver quién consigue la mayor “mierda” (¿he dicho “mierda”?) de la vida de los protagonistas en cuestión.

Es el caso de Belén Esteban, una gran luchadora y madre coraje para muchos y una vasta “poligonera” y terrorista contra la RAE para otros, el país está completamente dividido, lo que pasa es que los que realmente dan boga a este tipo de programas son los que se dividen en el lado positivo del personaje y dan audiencia al/los programa/as, tanto que los programas son capaces de hacer cosas casi imposibles para que la gente consiga cambiar de canal por propio interés (económico, claro).

En este caso (el de Belén) existe la teoría de que hay una conspiración detrás de las denuncias al defensor del menor con tal de que el programa de la competencia consiga una mayor audiencia y por consiguiente consiga desbancar al programa donde trabaja Belén.

Todo esto implica jugar con los sentimientos y la sensibilidad tanto del personaje como del resto de telespectadores. ¿A qué precio se debe pagar este tipo de televisión sin escrúpulos para con el resto?

Gracias



Dani